Palabras

para recordar

Roxane Bravo Rivera

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Ese olvido que seremos

Vamos pisando las hojas embarradas por esa tierra recién llovida,
cogidos de la mano  tras el féretro de nuestro fallecido.

Otros familiares también forman parte del cortejo. 
Solo el silencio estremecedor
y el crujir de las hojas nos acompaña.
 
De soslayo te veo llorar y tus ojos hinchados
delatan tu desconsolado llanto.

Jamás, ni aún sabiendo que algún día también partiremos,
estaremos realmente preparados para la muerte. 

Cuando finalmente llega el momento del adiós,
de perder esa preciosa vida que ha dejado de existir,
un tsunami de emociones
nos sume en el más profundo desamparo.

Con nuestras mentes aturdidas,
nuestros corazones entumecidos
y aún respirando dolor,
intentamos agarrarnos a la fe
de un edénico más allá para todos. 

Y así una vez más, surge la pregunta
hecha millones de veces y millones de veces sin responder,
¿qué hay detrás de esos ojos que se cierran?

A partir de ahí, nada lógico responde a esta pregunta.
Todo es incertidumbre.

Por más que nuestras mentes intenten imaginar
qué hay detrás de esos párpados que se cierran,
solo son intuiciones.

Luego será el tiempo y el paso de los días
los que adormecerán nuestro dolor,
llevándolo al recuerdo y al olvido. 

Se suman a los días de duelo,
no solo el dolor por la muerte del ser amado,
sino también, el sufrimiento que nos inflige
imaginar nuestra propia muerte. 

Inexorablemente, también nosotros,
mañana seremos ese mismo olvido.

11 mil kilómetros

Embrujo a distancia:
aquí, nublado, llueve que te llueve, y al otro,
toldos, tumbonas y playas, venga sudar y sudar
así vivo yo.
a 11 mil kilómetros del epicentro
de mi ser.

¿Se puede estar en un lugar
y a la vez vivir en otro?
¿Qué locura es ésa?

Dicho de otra manera:
Estar físicamente en un lugar,
pero mental y espiritualmente vivir en otro.
Eso precisamente me ocurre a mi.

¿Quien no ha intentado alguna vez,
desconectarse en un momento dado de estrés
y agobiantes niveles de saturación?

¿Qué pasa si esa desconexión se prolonga en el tiempo
y deja de ser temporal?
Entiendo ésto como una evasión.
De lleno con la psicología nos hemos topado.

Desconociendo el argumento de un psicólogo
y buscando una explicación razonable,
intentaré no perderme en el jardín.

Para mí, esta actitud, en la práctica,
es un problema de no aceptación,
o sea, negación de la realidad.
Una táctica de escape de la mente
cuando algo no nos gusta
y no podemos cambiarlo.

Quizás sea tan simple como eso,
o bien algo mucho más complejo.
En cualquier caso,
no creo haber despejado la X
con este argumento.

Personalmente, para no entrar en conflicto
con mi presente,
prefiero algo paliativo.
A modo de profilaxis mental,
uso mi imaginación para estar en un sitio
pero siendo feliz en otro.

Así vivo mi exilio espiritual,
a 11 mil kilómetros de distancia. 

¿Fantasmas?

Hace unos días descubrí que Gabriel García Marquez escribía que «la vida no es la que uno vivió, sino la que uno recuerda y cómo la recuerda para contarla» y también me he informado que este Premio Nobel es uno de los máximos representantes del realismo mágico. Obras donde se encuentra un contenido con elementos fantásticos o mágicos que son percibidos como reales por sus personajes.

Este inciso viene a cuento de la historia que  a continuación voy a contarles: Jorge, uno de mis queridos familiares me contó que la otra noche mientras dormía, se despertó de repente y al abrir los ojos vio al lado de su cama a una persona de pie, mirándole, cubierta como por una manta y que por la misma oscuridad no consiguió ver si era un hombre o una mujer. La imagen permaneció así quieta mientras mi amigo estaba paralizado. Pasados unos segundos de estupor, escuchó a su perro ladrar y cuando quiso levantarse de la cama, la figura se desvaneció al instante. Todavía algo aturdido y conteniendo la respiración, se lanzó escaleras abajo, descalzo y apenas cubierto por una camiseta, a pesar de la oscuridad, enseguida vio que la puerta de casa estaba abierta de par en par y fue entonces que sintió un extraño frío que le recorría todo el cuerpo, soplaba fuerte el viento y agitaba las ramas de los árboles con fuerza. Cuando su perro se le acercó dejó de ladrar, pero él todavía temblaba de escalofrío sin poderlo evitar.

De no ser porque conozco a Jorge y se que él no es hombre fantasioso ni sugestionable, he creído real su historia y os la cuento para conocer vuestra opinión: ¿Sería algún tipo de aparición? ¿Algún aviso premonitorio? O simplemente, fue parte de un sueño.